La celulosa es un polímero formado por moléculas de glucosa, que forma la pared celular de las plantas.
La producción de celulosa tiene varios problemas medioambientales. La celulosa se utiliza en la fabricación de papel de baja calidad, que procede de un simple proceso de trituración y cocción, cuyo inconveniente es el gran consumo de energía y la gran contribución al efecto invernadero. Sin embrago, para la mayor parte de las aplicaciones del papel existe una mayor calidad.
Los métodos que se utilizan son muy agresivos con el medio ambiente. El uso de catalizadores y de nuevas técnicas de refinado de la celulosa son menores, aunque sigue contaminando.
La consecuencia de la explotación forestal son aterradoras: la superficie de selva tropical se ha reducido a menos de la mitad. Esto se complica por las necesidades económicas de los países del tercer mundo, ya que no se les pueden negar determinadas prácticas sin ofrecerles una alternativa visible. Si esta situación sigue así el cinturón verde ecuatorial que rodea al mundo puede desaparecer.

El impacto medioambiental de las plantaciones es imposible, ya que al ser monocultivo reducen la biodiversidad. El protocolo de Kioto añade algunas cláusulas con el objetivo de regular las plantaciones forestales.
Las empresas productoras de celulosa abusan de plantaciones de géneros de rápido crecimiento como el eucalipto y el pino.
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